Las abejas domésticas alteran la estructura y el funcionamiento de las redes de interacción entre plantas y polinizadores

La abeja doméstica (Apis mellifera, Apidae) es una especie nativa de Eurasia y África, pero ha sido introducida en prácticamente todo el planeta para la obtención de miel y la polinización de ciertos cultivos. La domesticación de la abeja melífera posiblemente se inició hace unos 7000-10000 años, y fue una práctica muy extendida durante las civilizaciones egipcias, griegas y romanas. No obstante, en las últimas décadas ha habido un auge considerable de esta actividad agropecuaria a nivel global, incrementándose el número de colmenas en el medio natural. De hecho, el origen de la gran mayoría de las abejas domésticas que vemos hoy día en la naturaleza se debe a la apicultura.

La abeja doméstica es considerada un polinizador super-generalista (visita muchas especies de plantas): compite con el resto de polinizadores nativos por los recursos florales (néctar y polen) y los desplaza. Además, dado su patrón de forrajeo, incrementa la transferencia de polen tanto dentro de la propia planta individual como entre especies, pudiendo afectar, por tanto, a la producción de frutos y semillas en las plantas silvestres. Dado que la apicultura incrementa considerablemente la densidad de abejas domésticas a escala local, y éstas a su vez pueden desplazarse varios kilómetros, se plantea que esta actividad agropecuaria pudiera desencadenar una serie consecuencias en los sistemas naturales al alterarse servicios ecosistémicos tan importantes como es la polinización.

Un grupo de investigadores de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y el Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC) ha realizado un estudio comparativo en el Parque Nacional del Teide (Tenerife) aprovechando la introducción de hasta 2700 colmenas que se realiza cada primavera en el seno de dicho Parque. Para ello, establecieron dos escenarios temporales marcados por la ausencia (fase-pre) y la presencia (fase-apis) de colmenas en una misma localidad para, posteriormente, analizar una serie de parámetros ecológicos que definen la estructura y el funcionamiento de la red de interacciones planta-polinizador. El trabajo ha sido publicado en la revista Scientific Reports.

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Colmenas

Colmenas en el Parque Nacional del Teide (Tenerife, Islas Canarias) (Foto: A. Valido).

Una vez que las colmenas son instaladas, “se detecta, y prácticamente de un día para otro, una disminución significativa del número de especies de polinizadores y de la frecuencia de visitas que éstos realizan a las flores”. Esto es, diversas especies de abejas, moscas, mariposas, aves y lagartos que son detectadas frecuentemente durante los censos en la fase-pre, prácticamente desaparecen del sistema en la fase-apis. Esta reducción en la biodiversidad de polinizadores genera, a su vez, que “una gran mayoría de las especies de plantas reciban ahora un elenco de especies de polinizadores mucho más reducido”. La introducción de abejas domésticas estaría, por tanto, generando una “crisis de polinizadores en el interior del Parque Nacional del Teide”.

El estudio además analiza como esta reducción en la biodiversidad de polinizadores re-estructura la red de interacciones mutualistas. La introducción de abejas domésticas “reduce las interacciones de los polinizadores generalistas nativos y desmantela las unidades funcionales (módulos) de la red dominados por dichos polinizadores nativos”. Como consecuencia, “la red mutualista se reorganiza en un mayor número de módulos (grupos de especies que interaccionan más entre sí que con especies de otros grupos), siendo ahora más vulnerable a, por ejemplo, el cambio climático derivado de la acción antrópica”.

Pero esto no es todo. Los resultados obtenidos muestran que “la presencia masiva de abejas domésticas realmente no compensa la pérdida de polinizadores nativos”. Muchos de los procesos funcionales que ocurren en el seno de los ecosistemas están relacionados directamente con las interacciones entre especies. Por tanto, sería esperable que los cambios anteriormente señalados tengan algunas implicaciones funcionales en la red planta-polinizador. A este respecto, “se detectó que aquellas especies de plantas más visitadas por abejas domésticas durante la fase-apis produjeron frutos con un menor número de semillas al compararlo con lo ocurrido durante la fase-pre”. Además, en otro experimento realizado exclusivamente con la Retama del Teide (Spartocytisus supranubius, Fabaceae), se observó que “las retamas que se encontraban más cercanas a las colmenas producían un menor número de semillas por fruto, y éstas a su vez eran más pequeñas al compararlo con aquellas retamas más alejadas de las colmenas”. Por tanto, se confirma que “cambios manifiestos en la estructura de las redes mutualistas conllevan implicaciones funcionales inmediatas en el sistema”.

Los resultados de este trabajo alertan sobre la vulnerabilidad de los ecosistemas naturales al incremento masivo de abejas domésticas por efecto directo de la apicultura. “Sus elevadas densidades no sólo repercuten negativamente a otras especies de polinizadores nativos, sino que además provocan múltiples efectos en cascada en el funcionamiento de los ecosistemas, a veces tan poco evidentes -pero de gran alcance-  como los que se muestran en este estudio”.

Pasa saber más sobre este tema, consulta el artículo 'Honeybees disrupt the structure and functionality of plant-pollinator networks' (Alfredo Valido, Mª Candelaria Rodríguez, Pedro Jordano, 2019, Scientific Reports 9: 4711).

Por Alfredo Valido.

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