La ciguatera, un creciente desafío

El medio marino canario, fuente de recursos para tantos sectores de nuestra sociedad, comienza a mostrar síntomas que podrían asociarse al fenómeno de tropicalización; entre ellos, el aumento de las temperaturas medias y de los niveles medios de CO2 en disolución, según datos de la EPA (United States Environmental Protection Agency) y de Jose Luís Martín et al (2012). A pesar de no conocer con certeza los desencadenantes de tales síntomas, estudios realizados por Jesús Manuel Falcón en 2005, afirman que de los 30 nuevos registros de peces óseos litorales realizados en el periodo 1991-2005, el 80% corresponden a especies de origen tropical.

La presencia de estas nuevas especies en nuestros ecosistemas podría corresponderse a diversos factores como el tráfico marítimo (vector de la vida marina a lo largo del planeta), la sobrepesca, la contaminación de las aguas con la consecuente modificación de las condiciones físico-químicas del medio, etc.

La invasión de estas especies puede ser tan detectable como los depredadores sobre la fauna autóctona, o tan invisible a simple vista como la aparición de seres microscópicos; sin embargo, cada día son más comunes los afloramientos del fitoplancton o microalgas, conocidos en la comunidad científica como “Blooms” o HABs por sus siglas en inglés (Harmful Algae Blooms). Algunos de estos blooms pueden llegar a alcanzar tales dimensiones que se pueden ver claramente desde la costa como una mancha sobre el agua.

Pese al desconocimiento de las causas específicas de su aparición, Canarias ya se ve afectada por la tímida, pero alarmante, aparición de una enfermedad denominada ciguatera, afección endémica de zonas tropicales provocada por la ingestión de pescado contaminado por la ciguatoxina. El efecto principal de esta sustancia es la modificación de la actividad neuronal y su síntesis por microalgas del género Gambierdiscus.

"La toxicidad comienza a ser manifiesta a medida que la toxina se va concentrando a través de la cadena alimenticia, llegando en última instancia al ser humano. Los peces más grandes, de más edad, son más tóxicos" (Afirmaciones extraídas de la web del Gobierno de Canarias sobre la ciguatera en las islas)

Se han registrado datos sobre el consumo de peces afectados por la ciguatoxina en Canarias, principalmente medregal, mero y pejerrey. Estos han sido ingeridos tanto en el ámbito privado como en el de la hostelería, según documentación disponible hasta la fecha del Sistema de Vigilancia Epidemiológica de la Intoxicación por Ciguatera en Canarias (SVEICC). Los síntomas de la infección comienzan a aparecer en las primeras 24 horas tras la ingestión, en forma de nauseas, diarrea, vómitos o dolor abdominal, en lo que al sistema digestivo respecta. En cuanto a los efectos sobre el sistema circulatorio, la enfermedad se traduce en disminución de la presión arterial y bradicardias, entre otros.

A pesar de ser una enfermedad con baja mortalidad (desde 1% a 12% de los casos según estudios realizados por Álvarez et al en 1990), los síntomas pueden llegar a ser crónicos, según datos de la investigadora Melissa A. Friedman (2017). Sin embargo, la colección de datos epidemiológicos a nivel mundial es ineficiente; se estima que se reportan menos del 20% de los casos según Lewis y Sellin. Además, en zonas no endémicas como Canarias se registran muy pocos datos de la enfermedad por desconocimiento, tanto de los ciudadanos como de los facultativos sanitarios. A pesar de estas consideraciones, el servicio de Vigilancia Epidemiológica de la Intoxicación por Ciguatera en Canarias ha reportado 15 brotes, con un total de 109 personas afectadas desde el 2004.

Estudios de Francisco Rodríguez et al, de 2017, informan de que Canarias ya se considera un “punto caliente” de la diversidad del género, con la presencia de al menos 5 especies citadas hasta la fecha en las islas (G. australes, G. caribaeus, G.carolinianus, G. excentricus y G. silvae). En base a las evidencias climatológicas y epidemiológicas existentes en la actualidad, es posible afirmar que las Islas Canarias se encuentran ante una enfermedad potencialmente peligrosa: no se conoce cura alguna hasta la fecha, ya que la farmacología relacionada gira entorno a tratamientos que ayudan a sobrellevar los síntomas, pero sin hacerlos desaparecer del todo.

En este sentido, el grupo de investigación de Catálisis Metálica Sostenible del IPNA-CSIC, dirigido por el investigador Juan Ignacio Padrón, trabaja en el desarrollo de una vacuna conjugada contra la ciguatoxina. La síntesis de una vacuna en este contexto sería de gran ayuda, ya que supondría un simulacro controlado que entrene a nuestras defensas a responder adecuadamente ante el patógeno natural.

Actualmente, disponemos de distintas estrategias para abordar la síntesis de vacunas. Las de tipo inactivadas o atenuadas parten del uso del organismo sintetizador de la vacuna: las primeras “inactivan” su toxicidad modificándolo, mientras que en las segundas se cultiva a estos seres vivos en condiciones en las que no muestran propiedades nocivas. Por otra parte, las sustancias que son capaces de fabricar estos patógenos también se usan como primer paso para la síntesis. En esta misma línea contamos con los toxoides: sustancias que, siendo modificadas químicamente o no, inmunizan frente a los efectos dañinos de la infección. Y, por último, las vacunas conjugadas, en las cuales la unión de polisacáridos (comúnmente denominados azúcares) y polipéptidos (proteínas) nos permite simular la estructura original de la toxina natural y así crear una respuesta inmune suficiente para la protección del cuerpo en casos de infección real.

Dada la experiencia del grupo en sintetizar moléculas que forman parte de la estructura de estas toxinas, se trabaja en el desarrollo de haptenos que puedan dar lugar a anticuerpos contra la ciguatera. Los haptenos son moléculas de pequeño tamaño que por sí mismas no inducen la formación de anticuerpos, que es la reacción deseada cuando se inyecta la vacuna, pero que al unirse a una proteína transportadora estimulan una respuesta inmunitaria. Lograr una respuesta inmune por parte del organismo sería un avance significativo en este campo, ya que, salvando la aportación de ciertos grupos de investigación (principalmente en Japón), actualmente no hay avances concluyentes en la lucha contra la ciguatera.

El proyecto se enmarca dentro del Plan de Transferencia de Conocimiento del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología, que se desarrolla gracias al apoyo del Cabildo de Tenerife y está financiado por el Fondo de Desarrollo de Canarias (FDCAN), dentro del Marco Estratégico de Desarrollo Insular (MEDI). Gracias a este programa se ha incorporado recientemente el investigador Pedro Miranda Chinea, que liderará esta nueva línea de investigación.

Por Vaitiare Estupiñán Díaz.

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Gambierdiscus_toxicus